viernes, 21 de mayo de 2010

hispania romana

Historia de la República romana tardía
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Expansión de la RepúblicaA finales del siglo II a. C. (VII ab urbe condita), la República romana entró en una nueva etapa, dentro de su nueva posición de hegemonía mundial, tras haber destruido o debilitado a todas las grandes naciones que pudieran haber representado una amenaza para su propia supervivencia.

Todas las grandes potencias del Mediterráneo fueron doblegadas por Roma en un corto período. La República Cartaginesa fue destruida en las Guerras Púnicas (146 a. C.), así como el Reino de Macedonia en las Guerras Macedónicas, el Imperio seléucida la gran potencia del este fue remplazada a potencia de segundo orden en la Guerra Siria y el sometimiento de Grecia al poder romano dejó a Roma como dueña del Mediterráneo. Roma durante los sucesivos siglos no volvió a tener un enemigo organizado capaz de poner en peligro su propia existencia, solo algunos reinos como el Ponto, Numidia o Armenia crearon molestias regionales rápidamente subsanadas.

En esta nueva era, el mayor problema de la República fueron los propios enemigos internos, surgidos con los nuevos conflictos ideológicos y propiciados por el enorme éxito romano, estos saturaron las antiguas leyes e instituciones republicanas en una gran crisis del modelo de Estado que fragmentó la sociedad romana. La República se vio sacudida por nuevas reivindicaciones sociales por parte de los propios pueblos italianos aliados de Roma, quienes no poseían la ciudadanía romana y soportaban el peso de las campañas militares, sin tener opción de acceder a las nuevas oportunidades que ofrecían las nuevas conquistas territoriales.

Paralelamente, la aristocracia y la clase política concretamente, se beneficiaron enormemente de las nuevas conquistas del mundo mediterráneo. Los tributos impuestos a Cartago, Macedonia y Siria, el botín arrancado a las provincias y las ganancias derivadas del comercio efectuado, aumentaron su poder y riqueza. Este nuevo poder dotó de mayores recursos a los propios políticos para llevar a cabo sus propias aspiraciones personales, aspiraciones que en muchos casos se hacían a expensas del bienestar del estado. En esta nueva era, las grandes fortunas permitieron ostentar clientelas enormes con las que se ejercía influencia y compra de votos, con el único propósito de servir al aumento del poder personal a expensas de la legalidad, enfermedad

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